HISTORIAS

(Esta es la nota que salió en la revista WorldWideChallenge en la edición de julio-agosto de 2008)

Por Chris Lawrence - Fotografía por Guy Gerrard


GENTE de la Tierra

“Patagonia es el lugar más lejano hacia cual un hombre caminó de su lugar de origen,” dice Bruce Chatwin en su libro, En Patagonia. Muchos Mapuches, junto a su ganado, habitan la región remota del norte de la Patagonia en Argentina.

La pasión de una estudiante universitaria argentina la lleva a la PATAGONIA y al encuentro con otra cultura

Nubes de tierra suben en el aire con cada paso mientras Florencia Gobbi camina un largo camino de grava seca. Mientras avanza se acerca a un grupo de casas medio deterioradas. Está sumamente consciente de que no pertenece a ese lugar. Aunque Florencia (le dicen “Flor”) es Argentina, para la gente aborigen que vive en ese lugar, ella es una huinca, o una persona blanca, aunque la palabra literalmente significa “ladrón”.

El término alude a los tiempos de colonización de Sudamérica, cuando los Mapuches perdieron la mayoría de las tierras que una vez poblaron en libertad. Ahora, muchas comunidades mapuches están ubicadas en el norte de la Patagonia, una región famosa por su belleza natural. Pero como haciendas y centros de esquí ocupan la mejor tierra, la mayoría de los Mapuches viven en el desierto.

La condición espiritual de los Mapuche también es estéril. Menos de un cuatro por ciento son cristianos evangélicos, según Sirviendo en Misiones (Serving in Mission – SIM), y muchos de los que declaran ser cristianos, mezclan la fe con la religión tradicional Mapuche, que incluye brujería y adoración ancestral.

Esa es la razón por la que Flor ha viajado a estas tierras, donde es considerada una persona de afuera. Ella junto con otros 80 estudiantes y profesionales argentinos, realizaron este proyecto misionero que organiza Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo Argentina. El grupo se dividió en equipos más pequeños, y Flor con otras cinco personas visitaron una de las comunidades mapuches que se llama Malleo.

Aunque Flor solo pasará tres días en Malleo, la universitaria de 27 años de La Plata, espera hacerse amiga de muchos Mapuches, una tarea difícil considerando las barreras culturales e históricas. Pero Flor sabe que el ministerio solo será realizado con una tela que se llama relaciones.
Lo que Flor no sabe es que hoy va a desarrollar una relación increíblemente significativa, una tela que quizás aun transcendería su tiempo en Malleo.
Cuando Flor llega al final del camino, se acerca a unas casas pequeñas y débiles casas hechas de adobe, y da unas palmadas varias veces. Una mapuche de 19 años, Claudia Canuillan, sale de la puerta, sonríe tímidamente y saluda a Flor con dos besos. Flor conoció a Claudia hace dos años en el primer proyecto a las Comunidades Mapuches. Este es su tercer viaje consecutivo.
Claudia tiene pelo oscuro y piel color bronce, casi el opuesto de la piel clara de Flor y su pelo más rubio, un indicador obvio de su herencia española y francesa.
Las dos deciden caminar de cerca hacia el Río Malleo, y empiezan a charlar en castellano, idioma que casi todo Mapuche habla, ya que muy pocos usan el Mapudungun, la lengua tradicional (evidencia de una lengua que se va perdiendo).
A Flor le encanta aprender sobre su cultura, ya sabe decir varias palabras Mapuches, y también estudió mucho de su historia.

Los Mapuches estuvieron entre los primeros en establecerse en el cono sur de Sudamérica. El nombre Mapuche literalmente significa “Gente de la Tierra”. Por 350 años los Mapuches resistieron con fiereza la colonización, pero a principios de 1900 los españoles los superaron y les quitaron por la fuerza su tierra, sometiendo a algunos a la esclavitud.
“Los Mapuches han sufrido mucho,” dice Carlos Cañete, director del ministerio de la Película Jesús, quien empezó estos viajes hace tres años. “Cuando la gente viene a ellos, automáticamente se ponen a la defensiva.”

Hoy, mas de 200.000 Mapuches viven en Argentina y 1 millón viven en Chile, pero la gente es un destello de lo que era antes. Muchos de ellos no avanzan más que hasta 7º grado y la mayoría no tienen electricidad.

Es casi medio día, de un caluroso día de enero, Flor y Claudia encuentran una sombra cerca del río, con unas montañas onduladas de fondo. La corriente fluye rápido y salpica con mucho ruido sobre las rocas del río, como olas continuas del océano.

El año pasado, Flor compartió las Cuatro Leyes Espirituales con Claudia, asegurándose de que ella supiera como tener una relación con Dios. Claudia dijo que ella entendió, y un par de otros en su familia afirman hoy ser cristianos. Pero Flor quiere ayudar a Claudia ir más allá en su crecimiento. Hoy Flor y Claudia estudian una lección en el discipulado, El Testimonio Cristiano.

“¿Hay momentos cuando hablas con otros sobre tu relación con Dios?” pregunta Flor.


Durante su viaje, Florencia Gobbi se viste de gaucha, el nombre en castellano por “cowboy” (pagina opuesta) y visitó a amigas, incluyendo una madre de 19 años que se llama Ayelén (arriba). También pasó tres días con Cintia Sayhueque (izquierda), una descendiente de un jefe Mapuche famoso. “Nacimos aquí,” dice el abuelo de Cintia, que se llama Francisco.


Claudia mira fijamente y no responde -porque no entiende o por timidez (los Mapuches muchas veces son muy tímidos y reservados).
“Lo que estoy diciendo,” continua Flor, “es que realmente creo que Dios tiene el potencial de utilizarte.”
Flor es directa con Claudia, especialmente sabiendo que su tiempo con ella es corto.

Los Mapuches a menudo son familiares con el cristianismo, pero muchos sencillamente no están interesados, o lo confunden con su religión tradicional. Hace un par de años, Flor se hizo amiga de una chica en una comunidad cercana quien sirvió como “la hija santa” en la Rogativa, la ceremonia Mapuche donde la comunidad entera se junta por tres días para adorar a Ngenechen, el dios de vida, y Wekufu, el dios de la muerte.
Semejantes ceremonias son comunes en las comunidades Mapuches, pero las iglesias no lo son. Solo 11 de las 48 comunidades en la provincia donde se encuentra Malleo tienen iglesias. Y las que existen muchas veces están dirigidas por personas que no pueden leer, lo cual añade confusión de doctrina.

Mientras se sientan al lado del río, Flor anima a Claudia -quien puede leer y está en su primer año de la segundaria- a leer la Biblia con otras mujeres en la comunidad, y a participar de una iglesia (la más cerca está a casi 32 kilómetros).
Cerca, un pescador empieza a mover su caña de pescar hacia adelante y hacia atrás, de una manera rítmica, y luego la lanza rápidamente hacia el río. Solo algunas personas de afuera visitan esta comunidad, algunos para comprar artesanías, y otros para pescar truchas de clase.
“Necesito prepararme para ir a la escuela pronto,” dice Claudia, después de haber hablado con Flor por una hora.
“Pero eso es muy importante,” dice Flor, y se ponen de acuerdo para reunirse más tarde.
Aquella tarde, Flor y algunos otros del equipo visitan a otra familia para mostrar Magdalena, una adaptación de la Película Jesús vista desde la perspectiva de una mujer, uno de los tantos métodos que utilizan para hablarles a los Mapuches de Jesús.

Estudiantes involucrados con Vida Estudiantil juntaron un par de días para orar y para capacitarse en Junín de los Andes, también fueron a nadar en el Río Malleo (arriba). Después, miembros del equipo de Flor salieron hacia la comunidad de Atrueco para juntar a niños para jugar y mostrar la Película Jesús.

Mientras Flor estuvo con Claudia, los demás del equipo estuvieron ocupados realizando juegos con los niños o charlando con los adultos. El día ofrece poco descanso.
“Mapuche significa “gente de la tierra.” Por 350 años los Mapuches han resistido con fiereza la colonización, pero a principios de 1900, los españoles les superaron.”
Flor sabe que su experiencia este verano pudo haber sido dramáticamente diferente. Le ofrecieron un par de trabajos por la temporada, incluyendo uno como guía turística de una bodega. Casi aceptó hasta que se acordó de sus amigos Mapuches. “No puedo explicar por qué, pero los amo tanto,” dice. “Obviamente es del Señor.”
Cuando Flor ingresó a la universidad era escéptica. Una vez viajó por el sur de Argentina haciendo dedo y leyendo varios libros sobre el Che Guevara. Luego, se hizo amiga de varias chicas de Vida Estudiantil y al tiempo se hizo cristiana. Aquellas chicas le ayudaron pacientemente a crecer en su nueva fe.
Ella quería ser como ellas, ser una mentora espiritual para otras. Y por esta razón Flor desesperadamente quería ver a sus amigas Mapuches de nuevo. Se inscribió para el viaje, pagando el equivalente de U$S 190 para el proyecto, mas el costo de los pasajes en micro. Pasó la mayoría de las tres semanas durmiendo en carpa.
Más tarde en el día, Flor se encuentra con Claudia en el río otra vez, esta vez con su prima Patricia Meyculeo, de 16 años. Ellas comparten el mate, una bebida popular argentina de hierbas, y la conversación vuelve a temas espirituales otra vez.
“¿Tenes una relación con Dios?” pregunta Flor a Patricia.
“No,” dice ella avergonzada.
“Claudia, tal vez vos podes compartir con ella sobre lo que estuvimos hablando antes,” dice Flor.
Y sorprendiendo a Flor, Claudia asume la conversación, con calma, explicando su creencia en Jesús, mientras Flor interpone con algunas preguntas claves.
Aunque Flor solo pasará 3 días en Malleo, espera hacerse amiga de muchos Mapuches, una tarea difícil considerando las barreras culturales e históricas.

Flor y su equipo a menudo caminaron lejos para visitar a familias Mapuches. Cerca del Río Malleo, Flor se encontró con sus amigas Claudia y Patricia.“El hecho de que los Mapuches hablan en castellano, se visten de formas modernas y manejan autos no significa que dejen de ser Mapuches,” dice José Aylwin Oyarzun, un experto en personas indígenas.


La conversación continúa por más que una hora. De pronto el sol empieza a bajar sobre las montañas secas, haciéndoles aparecer un color bronce mientras el río se pone como un espejo. Flor pregunta a Patricia si le gustaría comenzar una relación con Dios. Ella dice “si,” ora y compromete su vida a seguir a Dios.
“Ahora tengo la vida eterna,” dice Patricia más tarde sobre su decisión.

Iglesias Cristianas no son comunes para los Mapuches. Solo 11 de las 48 comunidades en la provincia donde se encuentra Malleo tienen iglesias.

Es la tercera vez que Flor ve a alguien hacer esta decisión en estas tres semanas. Pero otros 126 Mapuches indicaron decisiones de seguir a Cristo durante el proyecto.
Sentada con Claudia y su familia mas tarde en el día, Flor empieza a sentir una poco de tristeza. Mañana estaría comenzando su viaje de regreso a La Plata, más de 20 horas en auto. “No estoy segura de volver a ver a estas personas de nuevo,” dice. A pesar de la tristeza de irse, Flor está eufórica durante el día, no solo porque Patricia aceptó a Cristo, sino porque Claudia tuvo que ver con eso. “Realmente me encantaría ver a Claudia discipular a otras y guiarles en su fe,” dice Flor. “No solo guiar a la persona hacia Cristo, pero guiarlas en Cristo.”
Aun después de que Flor se vaya, sus esfuerzos durante aquellos días podrían continuar fácilmente y aun multiplicarse, a través de Claudia. Como Mapuche, ella puede ayudar a traer la esperanza de Jesús a su gente en maneras que una persona de afuera nunca podría.

Más del 81 por ciento de los argentinos son una fusión de nacionalidades europeas, como este hombre Mapuche (arriba). Ovejas, cabras y otros ganados son el enfoque económico para la mayoría de las familias Mapuches, incluyendo la de Marisol (arriba). El Volcán Lanín alcanza mas de 3.775 metros en un parque nacional cercano (pagina opuesta, arriba).